24/09/2015
Migraciones de carácter laboral. Más y de calidad.
A inicios de este mes de septiembre, la Organización Internacional del Trabajo, la Organización para la Cooperación Económica y el Desarrollo (OCDE) y el Banco Mundial, publicaron un informe de gran interés titulado “The contribution of Labour Mobility to Economic Growth” (La contribución de la movilidad laboral al crecimiento económico). Se trata de un documento de trabajo dirigido a los Ministros de Trabajo del G-20, que debe ser tenido en cuenta a los efectos de modificar sus políticas migratorias conectándolas de forma más importante con las de empleo.
Con la noción de movilidad laboral del título, el informe señala el proceso de migraciones, el cual está evolucionando de tal forma que la mayor parte de países actualmente son países de origen, tránsito o destino de movimientos migratorios internacionales. Una idea de esta situación la ofrece el hecho de que en 2013 había 232 millones de migrantes internacionales en el mundo, cerca del 3% de la población global, comparada con 174,5 millones en 2000.
Una idea clave que se deriva de este informe es que el principal factor de las migraciones continua estando relacionado con el empleo, dicho de otra forma, lo que mueve a los inmigrantes a irse de su país es la búsqueda de trabajo y derivado de ello de la perspectiva de unas mejores condiciones de vida. En función de las estadísticas que sobre el ámbito mundial manejan las tres instituciones del informe, las tasas de emigración tienden a ser altas en regiones donde la media de las condiciones económicas, en particular de las condiciones de trabajo son pobres y la protección social dispensada es baja.
Si bien el informe señala que muchos países del G-20 están haciendo frente a flujos migratorios derivados de crisis geopolíticas, eso no debe esconder el hecho de que, como recalca el documento, la movilidad laboral va en aumento y su composición también está evolucionando, con un cada vez mayor fracción de migrantes cualificados.
Considero de mucho interés reflexionar sobre este punto. Pese al indudable impacto que estamos viviendo respecto de la crisis de los refugiados, la existencia de otros tipos de movilidad de personas por razones no laborales (como la reagrupación familiar),las políticas migratorias deben tener como eje básico la vinculación de las migraciones con el empleo: no para restringir el acceso de los inmigrantes, cosa que aunque el Informe no lo diga, debería ser replanteada, sino para conseguir que los migrantes, cualquiera que sea la motivación por la que han llegado al país de destino, puedan acceder a un empleo en condiciones de igualdad y al amparo de un trabajo decente.
Frente a lo que viene sucediendo, las políticas migratorias deben incorporar de manera consistente las evidencias derivadas de su vinculación inmanente con el mercado laboral. En este sentido, el Informe señala que en muchos países, los ministros de trabajo las organizaciones de empleadores y trabajadores no han dado una oportunidad al compromiso de un diálogo sobre migración de una manera significativa, dirección que debe cambiarse necesariamente.
Los movimientos migratorios de carácter aboral han emergido como la mayor cuestión global, y en este sentido, añado, no sólo deben ser objeto de las agendas de las organizaciones internacionales sino que las políticas nacionales deben hacerse eco de ello, tanto en los acuerdos que pueden acordar con otros países como también para plantearse las medidas restrictivas que, como es el caso de España, fundamentan la base de su política migratoria.
El Informe también apuesta por favorecer las migraciones de carácter laboral, y en ese sentido mira de desmontar algunas afirmaciones que pretenden entorpecerlas. En primer lugar, señala que los inmigrantes pueden jugar un papel positivo en sectores dinámicos de la economía, de hecho en el documento se demuestra como en la pasada década, los nuevos inmigrantes representaron en la UE el 15% de los accesos en sectores de empleo contribuyendo a su expansión. Por otra parte, se señala que los inmigrantes ocupan puestos de trabajo que los autóctonos los ven como poco atractivos o faltos de progreso profesional. De hecho, no es correcto afirmar que los inmigrantes desplacen a los trabajadores nativos; para el Informe, una afirmación tal debería ser contrastada en función de la aproximación o el país o la escala geográfica que se haya tomado de referencia, pero la mayor parte de estudios constatan que loa inmigración tienen efectos meramente marginales en salarios y empleo, si bien suelen tener un mayor impacto en trabajadores poco cualificados e inmigrantes ya establecidos
El Informe hace referencia que en la mayor parte de países, la presencia de una importante escala de migrantes contribuyen más en tasas y contribuciones sociales de las que reciben como beneficios individuales, eso teniendo en cuenta también que el aumento de inmigrantes cualificados es transcendental para la productividad e innovación en el país de destino. A este propósito, se ha de tener en cuenta que los migrantes son cada vez más jóvenes y con mejor nivel educativo (un significativo número de jóvenes migrantes por razones laborales de 15 a 24 años representan uno de cada ocho trabajadores que emigran).
En todo caso, tanto para los trabajadores poco cualificados, como para los que disponen de competencias laborales y por cierto, el imparable aumento de mujeres que emigran en busca de mejores oportunidades laborales (que acaban finalmente en el servicio doméstico),existe un problema grave que es abordado por el Informe, que es el de los costes que deben soportar.
El Informe sostiene que los empleadores a menudo cubren los costes de las migraciones económicas de los migrantes altamente cualificados porque la demanda de estos trabajadores supera la oferta disponible, pero lo contrario también es cierto para los trabajadores poco cualificados. Estos, que esperan ganar entre cinco y diez veces más en comparación con sus salarios en sus países de origen, pueden llegar a pagar un tercio de sus ingresos en el extranjero en costes de selección y reclutamiento. Además, reciben menos beneficios que los que se dan a los trabajadores altamente cualificados. La vulnerabilidad de estos trabajadores migrantes se agrava por la intervención de intermediarios informales o agencias de empleo, algunas de las cuales operan fuera del sistema de regulación así como por las condiciones de trabajo bajo las que prestan sus servicios.
Junto a ello, el Informe también destaca la evidencia de que las cualificaciones de los inmigrantes no están completamente utilizadas en los países de destino y que la incidencia de la sobrecualificación ha aumentado en la pasada década para los migrantes de todas las regiones, pero aquellos de países europeos que no son de países de la OCDE y del medio este y del norte de África han sido afectados de manera más fuerte. Como se señala a este propósito, los problemas de sobrecualificación suponen una situación de triple-pérdida (“triple-loose situation”),para los países de destino, de origen y para los propios inmigrantes.
Estos son los desafíos clave que deben ser abordados en orden a hacer que la mayor parte de flujos migratorios vayan en beneficio de los países de origen y de destino como de los propios migrantes. Como se va a ver de las propuestas que hace el Informe, estos desafíos son notablemente la promoción de la transferibilidad internacional de competencias para evitar problemas derivados de la sobrecualificación de los inmigrantes, la reducción de los costes migratorios y de las remeses, y el refuerzo internacional en la cooperación en el campo de las migraciones.
1. Partiendo del hecho de que el pleno potencial de las habilidades de los inmigrantes no es siempre cumplido por los obstáculos persistentes en la transferibilidad internacional de competencias, lo que es debido a la no equivalencia y el no reconocimiento de cualificaciones, la falta de competencias de lenguas, el acceso restringido a empleos específicos o la brecha cualitativa entre demanda y cobertura de competencias, la OIT, la OCDE y el Banco Mundial proponen que las políticas migratorias incorporen de forma consistente su implicación con el mercado de trabajo, alineándose en particular con las políticas de empleo para echar abajo las barreras que los inmigrantes tienen en el reconocimiento de sus cualificaciones y competencias laborales.
2. El Informe dirigido a los Ministros de Trabajo del G-20 les apela a que se reduzcan los costes de los movimientos migratorios laborales, incluyendo entre ellos aquellos que se derivan del proceso de contratación, el pago de salarios bajos o su impago, así como la falta de una compensación adecuada por lesiones o enfermedades derivadas del trabajo.
Estas situaciones reducen los beneficios para los migrantes y sus familias y el potencial desarrollo de sus países. Como dice el informe de forma expresa, aquellos inmigrantes a los que se les deniega el acceso a iguales y justos salarios, al reconocimiento de sus competencias, a unas condiciones de trabajo decentes, a la libertad de asociación y a una adecuada protección social tienen menos capacidad para conseguir su desarrollo profesional y contribuyen menormente a las sociedades de destino.
De interés resulta que los propios países del G-20 expresen que para conseguir aquella puede ayudar la Agenda de Naciones Unidas 2030 para el desarrollo Sostenible, la cual incluye como objetivo 8 sobre el crecimiento económico, empleo productivo y el trabajo decente, la protección de los derechos laborales y la promoción de una sanos y seguros ambientes de trabajo para todos los trabajadores, incluyendo los trabajadores migrantes, en particular las mujeres migrantes, y aquellos con empleos precarios, así como también el objetivo 10 sobre la reducción de la desigualdad entre países, lo que incluye el objetivo de facilitar ordenadamente, de forma segura, regular y responsable la migración y la movilidad de las personas, incluyendo la implementación de unas políticas migratorias bien planeadas y gestionadas.
3. Finalmente, la OIT, la OCDE y el Banco Mundial apuestan por mejorar el diálogo bilateral y multilateral y la cooperación ya que son esenciales para promover una justa, ordenada y bien gobernada sistemas de migración laboral, para luchar contra el tráfico y la trata de seres humanos y para hacer frente a las crisis migratorias. Los acuerdos regionales de carácter bilateral y multilateral, conformes con los estándares internacionales y las buenas prácticas, constituyen algunos de los principales instrumentos para gestionar el reclutamiento o contratación internacional del trabajo.
En particular, el Informe expresa como buena base los acuerdos bilaterales de trabajo auspiciados por la Organización Internacional del Trabajo, fundamentados en la Convención sobre Migración y Empleo nº 97, de 1949 y la Recomendación que la acompaña nº. 86 también del mismo año, la cual contiene un modelo de acuerdo bilateral en su Anexo.
En todo caso, la OIT ha estado controlando la realización de acuerdos laborales y ha detectado que sólo pocos de ellos se centran en la protección de los trabajadores migrantes, incluyendo la igualdad de trato con los trabajadores nacionales. Asuntos de género, diálogo social y la prohibición de confiscar documentos de viaje y de identidad han sido ausentes de casi todos los acuerdos.
En definitiva, el documento que se ha reseñado apuesta decididamente por favorecer la movilidad laboral de trabajadores allí donde se encuentren, por favorecer que estos tengan una influencia positiva en los países de destino, pero también de origen a través de sus remesas, así como para abordar la protección de éstos en su trabajo. Estas son cuestiones que deben ocupar ya sin falta un lugar destacado en las agenda políticas nacionales e internacionales.
Una idea clave que se deriva de este informe es que el principal factor de las migraciones continua estando relacionado con el empleo, dicho de otra forma, lo que mueve a los inmigrantes a irse de su país es la búsqueda de trabajo y derivado de ello de la perspectiva de unas mejores condiciones de vida. En función de las estadísticas que sobre el ámbito mundial manejan las tres instituciones del informe, las tasas de emigración tienden a ser altas en regiones donde la media de las condiciones económicas, en particular de las condiciones de trabajo son pobres y la protección social dispensada es baja.
Si bien el informe señala que muchos países del G-20 están haciendo frente a flujos migratorios derivados de crisis geopolíticas, eso no debe esconder el hecho de que, como recalca el documento, la movilidad laboral va en aumento y su composición también está evolucionando, con un cada vez mayor fracción de migrantes cualificados.
Considero de mucho interés reflexionar sobre este punto. Pese al indudable impacto que estamos viviendo respecto de la crisis de los refugiados, la existencia de otros tipos de movilidad de personas por razones no laborales (como la reagrupación familiar),las políticas migratorias deben tener como eje básico la vinculación de las migraciones con el empleo: no para restringir el acceso de los inmigrantes, cosa que aunque el Informe no lo diga, debería ser replanteada, sino para conseguir que los migrantes, cualquiera que sea la motivación por la que han llegado al país de destino, puedan acceder a un empleo en condiciones de igualdad y al amparo de un trabajo decente.
Frente a lo que viene sucediendo, las políticas migratorias deben incorporar de manera consistente las evidencias derivadas de su vinculación inmanente con el mercado laboral. En este sentido, el Informe señala que en muchos países, los ministros de trabajo las organizaciones de empleadores y trabajadores no han dado una oportunidad al compromiso de un diálogo sobre migración de una manera significativa, dirección que debe cambiarse necesariamente.
Los movimientos migratorios de carácter aboral han emergido como la mayor cuestión global, y en este sentido, añado, no sólo deben ser objeto de las agendas de las organizaciones internacionales sino que las políticas nacionales deben hacerse eco de ello, tanto en los acuerdos que pueden acordar con otros países como también para plantearse las medidas restrictivas que, como es el caso de España, fundamentan la base de su política migratoria.
El Informe también apuesta por favorecer las migraciones de carácter laboral, y en ese sentido mira de desmontar algunas afirmaciones que pretenden entorpecerlas. En primer lugar, señala que los inmigrantes pueden jugar un papel positivo en sectores dinámicos de la economía, de hecho en el documento se demuestra como en la pasada década, los nuevos inmigrantes representaron en la UE el 15% de los accesos en sectores de empleo contribuyendo a su expansión. Por otra parte, se señala que los inmigrantes ocupan puestos de trabajo que los autóctonos los ven como poco atractivos o faltos de progreso profesional. De hecho, no es correcto afirmar que los inmigrantes desplacen a los trabajadores nativos; para el Informe, una afirmación tal debería ser contrastada en función de la aproximación o el país o la escala geográfica que se haya tomado de referencia, pero la mayor parte de estudios constatan que loa inmigración tienen efectos meramente marginales en salarios y empleo, si bien suelen tener un mayor impacto en trabajadores poco cualificados e inmigrantes ya establecidos
El Informe hace referencia que en la mayor parte de países, la presencia de una importante escala de migrantes contribuyen más en tasas y contribuciones sociales de las que reciben como beneficios individuales, eso teniendo en cuenta también que el aumento de inmigrantes cualificados es transcendental para la productividad e innovación en el país de destino. A este propósito, se ha de tener en cuenta que los migrantes son cada vez más jóvenes y con mejor nivel educativo (un significativo número de jóvenes migrantes por razones laborales de 15 a 24 años representan uno de cada ocho trabajadores que emigran).
En todo caso, tanto para los trabajadores poco cualificados, como para los que disponen de competencias laborales y por cierto, el imparable aumento de mujeres que emigran en busca de mejores oportunidades laborales (que acaban finalmente en el servicio doméstico),existe un problema grave que es abordado por el Informe, que es el de los costes que deben soportar.
El Informe sostiene que los empleadores a menudo cubren los costes de las migraciones económicas de los migrantes altamente cualificados porque la demanda de estos trabajadores supera la oferta disponible, pero lo contrario también es cierto para los trabajadores poco cualificados. Estos, que esperan ganar entre cinco y diez veces más en comparación con sus salarios en sus países de origen, pueden llegar a pagar un tercio de sus ingresos en el extranjero en costes de selección y reclutamiento. Además, reciben menos beneficios que los que se dan a los trabajadores altamente cualificados. La vulnerabilidad de estos trabajadores migrantes se agrava por la intervención de intermediarios informales o agencias de empleo, algunas de las cuales operan fuera del sistema de regulación así como por las condiciones de trabajo bajo las que prestan sus servicios.
Junto a ello, el Informe también destaca la evidencia de que las cualificaciones de los inmigrantes no están completamente utilizadas en los países de destino y que la incidencia de la sobrecualificación ha aumentado en la pasada década para los migrantes de todas las regiones, pero aquellos de países europeos que no son de países de la OCDE y del medio este y del norte de África han sido afectados de manera más fuerte. Como se señala a este propósito, los problemas de sobrecualificación suponen una situación de triple-pérdida (“triple-loose situation”),para los países de destino, de origen y para los propios inmigrantes.
Estos son los desafíos clave que deben ser abordados en orden a hacer que la mayor parte de flujos migratorios vayan en beneficio de los países de origen y de destino como de los propios migrantes. Como se va a ver de las propuestas que hace el Informe, estos desafíos son notablemente la promoción de la transferibilidad internacional de competencias para evitar problemas derivados de la sobrecualificación de los inmigrantes, la reducción de los costes migratorios y de las remeses, y el refuerzo internacional en la cooperación en el campo de las migraciones.
1. Partiendo del hecho de que el pleno potencial de las habilidades de los inmigrantes no es siempre cumplido por los obstáculos persistentes en la transferibilidad internacional de competencias, lo que es debido a la no equivalencia y el no reconocimiento de cualificaciones, la falta de competencias de lenguas, el acceso restringido a empleos específicos o la brecha cualitativa entre demanda y cobertura de competencias, la OIT, la OCDE y el Banco Mundial proponen que las políticas migratorias incorporen de forma consistente su implicación con el mercado de trabajo, alineándose en particular con las políticas de empleo para echar abajo las barreras que los inmigrantes tienen en el reconocimiento de sus cualificaciones y competencias laborales.
2. El Informe dirigido a los Ministros de Trabajo del G-20 les apela a que se reduzcan los costes de los movimientos migratorios laborales, incluyendo entre ellos aquellos que se derivan del proceso de contratación, el pago de salarios bajos o su impago, así como la falta de una compensación adecuada por lesiones o enfermedades derivadas del trabajo.
Estas situaciones reducen los beneficios para los migrantes y sus familias y el potencial desarrollo de sus países. Como dice el informe de forma expresa, aquellos inmigrantes a los que se les deniega el acceso a iguales y justos salarios, al reconocimiento de sus competencias, a unas condiciones de trabajo decentes, a la libertad de asociación y a una adecuada protección social tienen menos capacidad para conseguir su desarrollo profesional y contribuyen menormente a las sociedades de destino.
De interés resulta que los propios países del G-20 expresen que para conseguir aquella puede ayudar la Agenda de Naciones Unidas 2030 para el desarrollo Sostenible, la cual incluye como objetivo 8 sobre el crecimiento económico, empleo productivo y el trabajo decente, la protección de los derechos laborales y la promoción de una sanos y seguros ambientes de trabajo para todos los trabajadores, incluyendo los trabajadores migrantes, en particular las mujeres migrantes, y aquellos con empleos precarios, así como también el objetivo 10 sobre la reducción de la desigualdad entre países, lo que incluye el objetivo de facilitar ordenadamente, de forma segura, regular y responsable la migración y la movilidad de las personas, incluyendo la implementación de unas políticas migratorias bien planeadas y gestionadas.
3. Finalmente, la OIT, la OCDE y el Banco Mundial apuestan por mejorar el diálogo bilateral y multilateral y la cooperación ya que son esenciales para promover una justa, ordenada y bien gobernada sistemas de migración laboral, para luchar contra el tráfico y la trata de seres humanos y para hacer frente a las crisis migratorias. Los acuerdos regionales de carácter bilateral y multilateral, conformes con los estándares internacionales y las buenas prácticas, constituyen algunos de los principales instrumentos para gestionar el reclutamiento o contratación internacional del trabajo.
En particular, el Informe expresa como buena base los acuerdos bilaterales de trabajo auspiciados por la Organización Internacional del Trabajo, fundamentados en la Convención sobre Migración y Empleo nº 97, de 1949 y la Recomendación que la acompaña nº. 86 también del mismo año, la cual contiene un modelo de acuerdo bilateral en su Anexo.
En todo caso, la OIT ha estado controlando la realización de acuerdos laborales y ha detectado que sólo pocos de ellos se centran en la protección de los trabajadores migrantes, incluyendo la igualdad de trato con los trabajadores nacionales. Asuntos de género, diálogo social y la prohibición de confiscar documentos de viaje y de identidad han sido ausentes de casi todos los acuerdos.
En definitiva, el documento que se ha reseñado apuesta decididamente por favorecer la movilidad laboral de trabajadores allí donde se encuentren, por favorecer que estos tengan una influencia positiva en los países de destino, pero también de origen a través de sus remesas, así como para abordar la protección de éstos en su trabajo. Estas son cuestiones que deben ocupar ya sin falta un lugar destacado en las agenda políticas nacionales e internacionales.