28/02/2019
El valor de la solidaridad, de Olof Palme. Mi reseña en un día señalado.
Hoy 28 de febrero, en el que publico esta entrada en mi blog, fue asesinado hace 33 años Olof Palme, Primer ministro socialdemócrata de Suecia. El común denominador de todas las semblanzas que se hacen sobre él destacan su incansable trabajo por la paz y la solidaridad internacional que distinguió su trayectoria política. En este triste aniversario, quisiera hacer una reseña de su libro "El valor de la solidaridad" (Edita Libros del Innombrable, 2010),y ver cómo se pueden trasladar a la actualidad muchas de las reflexiones que dejo escritas en su obra.
Para empezar, el libro es una selección de los discursos (junto con un artículo de prensa, un prólogo a un libro y una declaración política) de Olof Palme, preparados por Francisco J. Uriz, quién ya en el prefacio nos justifica su elección partiendo que tocan los temas más queridos por el político sueco: la libertad, la solidaridad, la liberación de la mujer, la defensa del medio ambiente, la justicia, el pleno empleo, la paz, la defensa de la ONU y de los países pequeños, y sobre todo, “la defensa de los ciudadanos más débiles de la sociedad, para lo que, según su opinión, hay que contar con un Estado fuerte”. Al prefacio se une en el libro, a manera de prólogo, el discurso “improvisado” que Felipe González, en su primera legislatura, dedicó a Olof Palme cuando este visitó España, en el que nuestro presidente empezaba declarando la profunda admiración y respeto que le producía por la tarea colectiva que había emprendido el socialismo democrático en Suecia, y especialmente por la tarea personal del invitado en ese sentido.
Del discurso que el Presidente González dedico a Olof Palme, quisiera retener dos cosas, una de ellas es la apuesta de la socialdemocracia sueca por haber dado prioridad a la personal, la atención por su educación, la atención por su salud, la atención por potenciar todo lo que pueda desarrollar al individuo, al ser humano en la sociedad, factores que a juicio del anfitrión, suponen un factor fundamental del desarrollo en libertad, en solidaridad y en igualdad de la sociedad sueca; la segunda cuestión que quiero traer a colación, lo que Felipe González dijo, en base a la experiencia sueca, pero aplicable a una España que empezaba a presidir el PSOE, que “el proceso de transformación de una sociedad y de un pueblo es necesariamente lento”. El Presidente Felipe González añadía “el aceleramiento, la precipitación a veces produce la frustración, la pérdida del terreno conquistado… Creo que hay una dimensión humana en el ritmo del cambio de una sociedad que es la dimensión del paso. El hombre camina naturalmente al paso. Lo demás son elementos añadido. Se puede añadir el automóvil con su velocidad, incluso el avión, pero los pueblos sólo caminan paso a paso. Y, a mi juicio, la sabiduría sueca ha sido saber dar pasos que no sean reversibles, que supongan un avance sin marcha atrás”. Empezaba yo este escrito comentando cómo podíamos transponer ideas de Olof Palme a nuestra realidad, pero sin duda, lo que dijo Felipe González entonces vale perfectamente para España hoy en día, donde la confluencia de una mayúscula crisis económica, social y territorial han puesto en cuestión sus fundamentos. La necesidad de garantizar lo que nuestra Constitución proclama, la configuración de España en un Estado social, democrático y de Derecho, pueden suponer naturalmente la necesidad de afrontar determinadas reformas de esa norma, pero siempre con la prudencia, el conocimiento de la realidad y la inteligencia necesaria para no excluir a nadie, justo lo contrario de quiénes han abogado por romperla.
A mi modo de ver es necesario insistir que una divisa que identifica a los socialistas es su espíritu reformista, pero como dice Olof Palme, con conocimiento, esfuerzo y, sobre todo, paciencia. En su discurso “Sí, el pueblo, sí”, al que volveré posteriormente, el Primer ministro sueco recuerda que la acción democrática descansa también en la conciencia de que la estabilidad nunca se puede alcanzar permaneciendo quietos. Palme expresa que “el inmovilismo nos lleva a la regresión”, que la defensa del statu quo significa ir de mal en peor, en definitiva, que la estabilidad solo se puede conseguir mediante el cambio social. Para apoyar esas ideas, cita a Whitehead quién dejó escrito que “el arte del progreso es preservar el orden en medio del cambio y el cambio en medio del orden”. Esa idea debe valer para el proceso de reforma que debe iniciarse políticamente para hacer frente a los retos a los que se enfrenta nuestra sociedad en lo económico, social, demográfico y político. Las reformas a emprender deben llevarse a cabo con perspectiva, con defensa de lo conseguido y con el espíritu de mejorar la vida de las personas, y sobre todo con la solidaridad en la sociedad como uno de sus ejes vertebradores.
El libro de Olof Palme es una delicia para aquellos lectores de libros que buscan la cita perfecta, la idea que no quieren olvidar, en definitiva, para quienes leen, como yo, un libro con el lápiz en la mano dispuestos a subrayar aquella frase que siempre quisieran conservar en su mente. Trasladar aquí esas citas que subrayé me llevaría a escribir una entrada muy larga, por esa razón, yo también voy a hacer mi propia selección, e invitar encarecidamente a toda persona con valores socialistas, pero también a toda otra que no las comparta, pero que quiera saber del pensamiento de un hombre que lucho por la paz, el desarme, la libertad de los pueblos y la solidaridad internacional.
1. Recomendaría el primer discurso “Porqué soy socialista”, en el que Olof Palme recuerda porqué se hizo socialdemócrata en su juventud al aprender lo que era democracia y humanismo, y como consolidó su convicción cuando al ver a su país constató el crecimiento de las injusticias y el aumento del paro, la extensión de la especulación la corrupción. Frente a ello, Olof Palme declara el profundo valor de la política en su discurso “La política es querer”, concreto la que busca realizar el valor y dignidad de la persona, así como la lucha por la igualdad, es decir, la nivelación de las condiciones sociales y económicas.
2. En su discurso “Sí, el pueblo, sí”, en el que hace referencia al trabajo, una cuestión que me afecta directamente por ser profesor de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social en la Universidad de Girona. En el marco de la defensa de los derechos y libertades de las personas, en particular de los más débiles de la sociedad, el primer ministro sueco recuerda que la libertad presupone un sentimiento de seguridad, y es aquí cuando advierte: “La seguridad más importante es el trabajo”. Y añade “El pleno empleo significa una mejora tremenda en la libertad de las personas. Porque, aparte de la guerra y de las catástrofes naturales, no hay nada que la gente tema más que el desempleo. El trabajo se considera con frecuencia como una obligación. Pero sin él, la gente se considera privada de libertad”.
Siguiendo este hilo, el Primer ministro Palme dice que el desempleo “seguirá siendo una realidad y una seria amenaza incluso para la sociedad que disfruta del pleno empleo, si no ayudamos con determinación a los que pierden su empleo debido al desarrollo tecnológico”. Palabras que adquieren su plena actualidad ante las voces que advierten que la nueva fase de la revolución 4.0 que estamos viviendo pueden dejar al margen a muchos trabajadores que no podrán adaptarse a ellas; en caso de ser asi, es necesario medidas que eviten una exclusión de personas trabajadoras del mercado de trabajo. A mi modo de ver, las garantías que los poderes públicos deben adoptar respecto de cualquier persona en situación de desempleo en forma de prestaciones o rentas universales, deben ir conectadas a que estas puedan desarrollarse mediante el trabajo o la realización de una actividad social. En este sentido, en su discurso “Por un socialismo en la práctica”, Olof Palme apela a que el socialismo democrático defienda el valor y la dignidad del trabajo, especialmente del trabajo práctico, profesional”. Una de las principales medidas, por tanto, que deben fortalecerse en los momentos actuales son, a mi modo de ver, los procesos de aprendizaje permanente, que cubra las demandas que el mercado de trabajo pueda exigir, pero también los deseos de formarse de los trabajadores en función de sus intereses personales.
La importancia del trabajo se vuelve a poner de manifiesto en su discurso “Empleo y bienestar”, en el que recuerda que el trabajo –tener un trabajo- es una parte esencial de la vida social de las personas, y está íntimamente relacionado con valores como confianza en uno mismo, dignidad y sentido de la vida. También hace una advertencia: la democracia no sobrevivirá mucho tiempo en los países donde exista persistentemente un alto porcentaje de desempleo. Es importante retener este apartado cuándo nuestra sociedad está progresivamente desprestigiando el valor del trabajo como factor de desarrollo y libertad de las personas, tolerando la presencia, incluso, de trabajadores pobres, lo cual desvaloriza el trabajo en sí, pero también la dignidad intrínseca de toda persona al realizarlo. La socialdemocracia debe luchar para recuperar el valor del trabajo como factor social de estabilidad. En este contexto, aprovecho para decir que Olof Palme hace también una encendida defensa de los sindicatos y de la necesidad de que cuenten con una importante afiliación, cosa que aboca a una más justa distribución de la renta en la sociedad y un mercado laboral más estable.
3. Quisiera destacar también sus discursos “Los problemas del medio ambiente”, en el que tras constatar los procesos de destrucción del medio ambiente, aboga por apoyar las fuerzas de la naturaleza en lugar de combatirlas; también el discurso “El valor de la solidaridad”, que da título al libro, en el que hace un canto al humanismo, a evitar que el progreso técnico y económico y material haga olvidar el valor de cada persona; justamente, eso sería falta de solidaridad, ya que esta se define por hacer lo necesario unos por los otros. Palme afirma que, en un país avanzado económicamente, la falta de dimensión humana será un problema básicamente social, por lo tanto, “si vamos a ampliar el bienestar tenemos que preocuparnos de las necesidades que tienen los hombres de solicitud y de contactos mutuos”. Esa idea, la manifiesta de forma admirable al finalizar su escrito, y manifestar lo siguiente: “Alguien ha incitado a los hombres a «pensar sobre todo en lo que tú puedes hacer por ti». Nuestra respuesta debe ser: no pienses sólo en lo que puedas hacer por ti, piensa también en lo que podemos hacer unos por otros”. Esta frase, y lo que se desprende de ella, supone una serie crítica de la ideología neoliberal que, a mi modo de ver, tanta exclusión y falta de humanismo está causando en nuestra sociedad.
4. En el libro se recogen también discursos de Olof Palme en defensa de la paz mundial, donde defiende una democratización de la comunidad internacional, en favor del desplazamiento en la estructura internacional del poder a favor de las naciones más pobres, y por ello, la erosión del monopolio del poder de los países más ricos y la limitación de la influencia de las multinacionales. La base de ello es otra vez el principio de solidaridad, que es la fuerza fundamental de la socialdemocracia. También en su discurso “Una seguridad común” en el que defiende a Naciones Unidas, y advierte que cuándo se la crítica por su pasividad o impotencia, en el fondo la crítica se vuelve hacia nosotros mismos.
Hoy 28 de febrero, recomiendo la lectura del libro que he reseñado. Leerlo a mi me supuso una fuente de inspiración, y pensar que yo, como tantos otros, no estamos solos en nuestros pensamientos respecto al ideal de solidaridad, humanismo, paz, progreso y defensa de los derechos y libertades adquiridas.
Del discurso que el Presidente González dedico a Olof Palme, quisiera retener dos cosas, una de ellas es la apuesta de la socialdemocracia sueca por haber dado prioridad a la personal, la atención por su educación, la atención por su salud, la atención por potenciar todo lo que pueda desarrollar al individuo, al ser humano en la sociedad, factores que a juicio del anfitrión, suponen un factor fundamental del desarrollo en libertad, en solidaridad y en igualdad de la sociedad sueca; la segunda cuestión que quiero traer a colación, lo que Felipe González dijo, en base a la experiencia sueca, pero aplicable a una España que empezaba a presidir el PSOE, que “el proceso de transformación de una sociedad y de un pueblo es necesariamente lento”. El Presidente Felipe González añadía “el aceleramiento, la precipitación a veces produce la frustración, la pérdida del terreno conquistado… Creo que hay una dimensión humana en el ritmo del cambio de una sociedad que es la dimensión del paso. El hombre camina naturalmente al paso. Lo demás son elementos añadido. Se puede añadir el automóvil con su velocidad, incluso el avión, pero los pueblos sólo caminan paso a paso. Y, a mi juicio, la sabiduría sueca ha sido saber dar pasos que no sean reversibles, que supongan un avance sin marcha atrás”. Empezaba yo este escrito comentando cómo podíamos transponer ideas de Olof Palme a nuestra realidad, pero sin duda, lo que dijo Felipe González entonces vale perfectamente para España hoy en día, donde la confluencia de una mayúscula crisis económica, social y territorial han puesto en cuestión sus fundamentos. La necesidad de garantizar lo que nuestra Constitución proclama, la configuración de España en un Estado social, democrático y de Derecho, pueden suponer naturalmente la necesidad de afrontar determinadas reformas de esa norma, pero siempre con la prudencia, el conocimiento de la realidad y la inteligencia necesaria para no excluir a nadie, justo lo contrario de quiénes han abogado por romperla.
A mi modo de ver es necesario insistir que una divisa que identifica a los socialistas es su espíritu reformista, pero como dice Olof Palme, con conocimiento, esfuerzo y, sobre todo, paciencia. En su discurso “Sí, el pueblo, sí”, al que volveré posteriormente, el Primer ministro sueco recuerda que la acción democrática descansa también en la conciencia de que la estabilidad nunca se puede alcanzar permaneciendo quietos. Palme expresa que “el inmovilismo nos lleva a la regresión”, que la defensa del statu quo significa ir de mal en peor, en definitiva, que la estabilidad solo se puede conseguir mediante el cambio social. Para apoyar esas ideas, cita a Whitehead quién dejó escrito que “el arte del progreso es preservar el orden en medio del cambio y el cambio en medio del orden”. Esa idea debe valer para el proceso de reforma que debe iniciarse políticamente para hacer frente a los retos a los que se enfrenta nuestra sociedad en lo económico, social, demográfico y político. Las reformas a emprender deben llevarse a cabo con perspectiva, con defensa de lo conseguido y con el espíritu de mejorar la vida de las personas, y sobre todo con la solidaridad en la sociedad como uno de sus ejes vertebradores.
El libro de Olof Palme es una delicia para aquellos lectores de libros que buscan la cita perfecta, la idea que no quieren olvidar, en definitiva, para quienes leen, como yo, un libro con el lápiz en la mano dispuestos a subrayar aquella frase que siempre quisieran conservar en su mente. Trasladar aquí esas citas que subrayé me llevaría a escribir una entrada muy larga, por esa razón, yo también voy a hacer mi propia selección, e invitar encarecidamente a toda persona con valores socialistas, pero también a toda otra que no las comparta, pero que quiera saber del pensamiento de un hombre que lucho por la paz, el desarme, la libertad de los pueblos y la solidaridad internacional.
1. Recomendaría el primer discurso “Porqué soy socialista”, en el que Olof Palme recuerda porqué se hizo socialdemócrata en su juventud al aprender lo que era democracia y humanismo, y como consolidó su convicción cuando al ver a su país constató el crecimiento de las injusticias y el aumento del paro, la extensión de la especulación la corrupción. Frente a ello, Olof Palme declara el profundo valor de la política en su discurso “La política es querer”, concreto la que busca realizar el valor y dignidad de la persona, así como la lucha por la igualdad, es decir, la nivelación de las condiciones sociales y económicas.
2. En su discurso “Sí, el pueblo, sí”, en el que hace referencia al trabajo, una cuestión que me afecta directamente por ser profesor de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social en la Universidad de Girona. En el marco de la defensa de los derechos y libertades de las personas, en particular de los más débiles de la sociedad, el primer ministro sueco recuerda que la libertad presupone un sentimiento de seguridad, y es aquí cuando advierte: “La seguridad más importante es el trabajo”. Y añade “El pleno empleo significa una mejora tremenda en la libertad de las personas. Porque, aparte de la guerra y de las catástrofes naturales, no hay nada que la gente tema más que el desempleo. El trabajo se considera con frecuencia como una obligación. Pero sin él, la gente se considera privada de libertad”.
Siguiendo este hilo, el Primer ministro Palme dice que el desempleo “seguirá siendo una realidad y una seria amenaza incluso para la sociedad que disfruta del pleno empleo, si no ayudamos con determinación a los que pierden su empleo debido al desarrollo tecnológico”. Palabras que adquieren su plena actualidad ante las voces que advierten que la nueva fase de la revolución 4.0 que estamos viviendo pueden dejar al margen a muchos trabajadores que no podrán adaptarse a ellas; en caso de ser asi, es necesario medidas que eviten una exclusión de personas trabajadoras del mercado de trabajo. A mi modo de ver, las garantías que los poderes públicos deben adoptar respecto de cualquier persona en situación de desempleo en forma de prestaciones o rentas universales, deben ir conectadas a que estas puedan desarrollarse mediante el trabajo o la realización de una actividad social. En este sentido, en su discurso “Por un socialismo en la práctica”, Olof Palme apela a que el socialismo democrático defienda el valor y la dignidad del trabajo, especialmente del trabajo práctico, profesional”. Una de las principales medidas, por tanto, que deben fortalecerse en los momentos actuales son, a mi modo de ver, los procesos de aprendizaje permanente, que cubra las demandas que el mercado de trabajo pueda exigir, pero también los deseos de formarse de los trabajadores en función de sus intereses personales.
La importancia del trabajo se vuelve a poner de manifiesto en su discurso “Empleo y bienestar”, en el que recuerda que el trabajo –tener un trabajo- es una parte esencial de la vida social de las personas, y está íntimamente relacionado con valores como confianza en uno mismo, dignidad y sentido de la vida. También hace una advertencia: la democracia no sobrevivirá mucho tiempo en los países donde exista persistentemente un alto porcentaje de desempleo. Es importante retener este apartado cuándo nuestra sociedad está progresivamente desprestigiando el valor del trabajo como factor de desarrollo y libertad de las personas, tolerando la presencia, incluso, de trabajadores pobres, lo cual desvaloriza el trabajo en sí, pero también la dignidad intrínseca de toda persona al realizarlo. La socialdemocracia debe luchar para recuperar el valor del trabajo como factor social de estabilidad. En este contexto, aprovecho para decir que Olof Palme hace también una encendida defensa de los sindicatos y de la necesidad de que cuenten con una importante afiliación, cosa que aboca a una más justa distribución de la renta en la sociedad y un mercado laboral más estable.
3. Quisiera destacar también sus discursos “Los problemas del medio ambiente”, en el que tras constatar los procesos de destrucción del medio ambiente, aboga por apoyar las fuerzas de la naturaleza en lugar de combatirlas; también el discurso “El valor de la solidaridad”, que da título al libro, en el que hace un canto al humanismo, a evitar que el progreso técnico y económico y material haga olvidar el valor de cada persona; justamente, eso sería falta de solidaridad, ya que esta se define por hacer lo necesario unos por los otros. Palme afirma que, en un país avanzado económicamente, la falta de dimensión humana será un problema básicamente social, por lo tanto, “si vamos a ampliar el bienestar tenemos que preocuparnos de las necesidades que tienen los hombres de solicitud y de contactos mutuos”. Esa idea, la manifiesta de forma admirable al finalizar su escrito, y manifestar lo siguiente: “Alguien ha incitado a los hombres a «pensar sobre todo en lo que tú puedes hacer por ti». Nuestra respuesta debe ser: no pienses sólo en lo que puedas hacer por ti, piensa también en lo que podemos hacer unos por otros”. Esta frase, y lo que se desprende de ella, supone una serie crítica de la ideología neoliberal que, a mi modo de ver, tanta exclusión y falta de humanismo está causando en nuestra sociedad.
4. En el libro se recogen también discursos de Olof Palme en defensa de la paz mundial, donde defiende una democratización de la comunidad internacional, en favor del desplazamiento en la estructura internacional del poder a favor de las naciones más pobres, y por ello, la erosión del monopolio del poder de los países más ricos y la limitación de la influencia de las multinacionales. La base de ello es otra vez el principio de solidaridad, que es la fuerza fundamental de la socialdemocracia. También en su discurso “Una seguridad común” en el que defiende a Naciones Unidas, y advierte que cuándo se la crítica por su pasividad o impotencia, en el fondo la crítica se vuelve hacia nosotros mismos.
Hoy 28 de febrero, recomiendo la lectura del libro que he reseñado. Leerlo a mi me supuso una fuente de inspiración, y pensar que yo, como tantos otros, no estamos solos en nuestros pensamientos respecto al ideal de solidaridad, humanismo, paz, progreso y defensa de los derechos y libertades adquiridas.