12/02/2018

Recomendación de dos ensayos

Recomendación de dos ensayos

Quisiera recomendar dos ensayos sobre la cuestión social que acabo de leer: uno de ellos, una tesis doctoral elaborada en la Universidad Autónoma de Barcelona por el que ya es Doctor en Derecho, el Sr. Juan Ignacio Marín Arce, sobre la evolución histórica del Derecho a la seguridad y salud en el trabajo. El otro, el libro de Gonzalo Pontón, “La lucha por la desigualdad. Una historia del mundo occidental en el siglo XVIII", editado por Pasado & Presente, en 2016.

El viernes 9 de febrero formé parte de un Tribunal de valoración de una Tesis Doctoral en la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma de Barcelona. Se trataba de la tesis del doctorando, Sr. Juan Ignacio Marín Arce, titulada “Intervención democrática y totalitaria del Estado en el reconocimiento del Derecho a la seguridad y salud en el trabajo”, dirigía por el Dr. Ferran Pons Cánovas.

El propio trabajo de tesis y la defensa que de ella hizo su autor merecieron la obtención de la máxima cualificación por el Tribunal evaluador. Además, se trató de un acto que respondió a lo que tradicionalmente era, y debería seguir siendo la defensa de una tesis doctoral: un acto académico solemne, que muestre la importancia de obtener la máxima titulación de estudios superiores que se puede obtener, complementado con la asistencia de público que escuche los argumentos del doctorando y las valoraciones de los miembros del Tribunal sobre aquellos. En estos últimos diez años, en mi experiencia como miembro de Tribunales de valoración de tesis doctorales, ha sido la única vez donde la sala estaba abarrotada de personas que acompañaban al doctorando.

Desde luego, lo que este pudiera decir éste sobre el derecho de los trabajadores a su seguridad y salud era motivo suficiente para despertar interés en asistir, pero seguro que el factor clave para una asistencia tan numerosa a su acto de coronación como Doctor fue la gran trayectoria profesional, humana y sindical del Sr. Marín Arce. No en vano, la mayor parte de asistentes eran representantes sindicales curtidos en la mejora de las condiciones de trabajo desde el final del franquismo en la comarca del Baix Llobregat, tal y como recordó el Dr. Rojo Torrecilla, quién tomo la palabra en el acto para recordar este extremo, y la referencia que para todos ellos supuso la figura de Juan Nepomuceno García Nieto.

Desde aquí dirijo mis más sinceras felicitaciones al ya Doctor Marín Arce por la obtención del título de Doctor y el gran reconocimiento que se le dispensó por todos los asistentes, así como también al trabajo de dirección realizado por el Dr. Pons Cánovas.

Como dije en mi intervención, se trata de una obra de carácter histórico-jurídico. En la primera parte de la tesis se argumenta como la cuestión de los accidentes y enfermedades laborales fueron el germen del nacimiento del Derecho del Trabajo, y la importancia que la visión colectiva de las relaciones de trabajo tuvo en la progresiva humanización de las condiciones de trabajo. En la segunda parte de la tesis, se hace un paralelismo entre los avances y retrocesos democráticos en la historia de España y los vaivenes correspondientes en relación al reconocimiento de un derecho a la protección del trabajador en materia de seguridad e higiene en el trabajo.

Finalmente, en la tercera y última parte se analiza el elemento clave de nuestra normativa de prevención de riesgos laborales, el Deber de prevención empresarial. De especial interés resulta su Capítulo XV, en el que se trata la deriva desregulatoria en materia laboral y su supeditación a la economía competitiva, así como también se abordan los retos de presente y de futuro que el cambio de modelas relaciones laborales pueden suponer en materia de seguridad y salud laboral. En este sentido me apetece traer a colación una cita de la tesis doctoral sobre las empresas incluidas en la denominada economía colaborativa, en la que el doctorando expresa que “Lo que esconden este tipo de empresas muchas veces es una nueva forma de subordinación en nada diferente a la que define en la legislación al trabajador por cuenta ajena. Como se ha visto más arriba en el caso Uber, las notas de ajenidad y dependencia son claras, a pesar de las nuevas formas que adoptan. No es un problema, pues, de modernización legislativa, sino de aplicación de la actual, sin perjuicio de que se pudieran recoger algunas especificidades de las formas de subordinación específicas. En todo caso, no se trata de adaptar la ley a los intereses de estas empresas, sino de reafirmar su inclusión en el Derecho del Trabajo. Se trata de regular su actividad y no de adaptarse a los hechos consumados. La regulación de obligaciones de transparencia de las empresas como facilitar a la inspección de trabajo los listados de trabajadores, los tiempos de trabajo y la facturación realizada serían un buen comienzo.”

En todo caso, junto a la anterior tesis, otra de las lecturas que me han ocupado estos últimos meses ha sido la obra de Gonzalo Pontón: “La lucha por la desigualdad. Una historia del mundo occidental en el siglo XVIII”, de la Editorial Pasado & Presente, Barcelona 2016.

De hecho, el objeto de esta reseña es recomendar tanto la lectura de la tesis doctoral anteriormente comentada (cuya consulta puede realizarse en la propia UAB, aunque espero que se publique muy pronto),como la publicación de Gonzalo Pontón. En ambos casos, se tratan de estudios históricos que bajo diversas perspectivas (histórico-jurídica una, histórico-jurídica otro),tienen en todo caso como denominador común el estudio de la “cuestión social” en estos últimos tres siglos, cuyo conocimiento es fundamental para afrontar las claves sociales y políticas que, en un futuro que ya está aquí, pretenden imponerse a las clases populares y trabajadoras, o el común, como las califica el libro de Pontón.

La cuestión social, es decir, las condiciones sociales, de trabajo y de vida, de la población, enmarcadas en el contexto político y económico que las han modulado históricamente, ha sido un tema que en estos últimos años ha estado bastante abandonado tanto en España como en Cataluña, ya que han tenido más éxito y difusión estudios sobre la Edad Media. En mi opinión, ante los importantes retos que van a modificar nuestra sociedad ha llegado el momento de mirar adelante, no atrás, con nostalgia a pasados gloriosos solo para quién detentaba el poder político o económico.

El libro de Pontón es de interés por cuanto llevándonos al s. XVIII, nos sitúa ante realidades que aún se siguen produciendo, que tienen como fundamento la desigualdad social entre los de abajo y los estamentos con poder económico, y político, al disponer del arma estatal para mantener dicho sistema. La mirada a la guerra de Sucesión de 1714, y su análisis para afrontar los restos del mundo al que nos enfrentamos es distorsionadora si solo se centra en las luchas de poder de los contendientes, de hecho, aunque hubieran ganado los perdedores de aquella contienda, en nada hubiera cambiado la estructura social sustentada en la pobreza de las clases bajas.

Particularmente ilustrativa de ello es el capítulo que Gonzalo Pontón dedica a los autores propios del pensamiento ilustrado que sirvió de anclaje a la clase burguesa para derrumbar el sistema feudal en el s. XVIII, donde defiende que en ningún momento aquella pretendió crear un sistema social igualitario, sino principalmente conseguir que sólo la burguesía fuese igual a la aristocracia a la que aparentemente pretendía arrumbar.

Es la desigualdad social la verdadera enfermedad de nuestro sistema social, económico y político. Su disminución es el verdadero reto al que debemos hacer frente si no queremos mantener una sociedad quebrada, con tendencia a la violencia. Como dice Gonzalo Pontón en una cita en la parte introductoria de su libro, que por cierto también he incluido en mi blog, en el apartado de Citas de interés, "En realidad, la desigualdad solo ha disminuido cuando una fuerza irresistible se le ha opuesto, aunque fuera temporalmente".

Efectivamente, pero para que eso suceda, también han de cambiar algunas estrategias y comportamientos que están llevando a cabo los agentes políticos y sociales que son quienes deben ejercer aquella fuerza irresistible, empezando por los sindicatos, que tantos representantes aportaron al acto de la tesis con la que he empezado esta entrada.

 
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