11/11/2022
Mi recorrido por Los Caminos de la Abstracción 1957-78 (que vale la pena hacer, en Barcelona o en Cuenca)
Ante mi visita a la exposición "Els camins de l’abstracció 1957-1978. Diàlegs amb el Museo de Arte Abstracto Español de Conca" [Los caminos de la abstracción 1957-1978. Diálogos con el Museo de Arte Abstracto Español de Cuenca], que se expone en La Pedrera de Barcelona entre el 29.09.022 y el 15.01.2023, me ha apetecido hacer un comentario para darla a conocer y recomendarla vivamente a las personas que me siguen a través de este Diario digital, o que lo hacen a través de las redes sociales en las que también difundiré esta entrada.
[La imagen que preside esta entrada corresponde a una de las obras mostradas en esta exposición, que además es la que se incluye en el Boletín informativo sobre ella editado por la Fundació Catalunya La Pedrera: Mark Rothko, Untitled [Sin título], 1969]
[La imagen que preside esta entrada corresponde a una de las obras mostradas en esta exposición, que además es la que se incluye en el Boletín informativo sobre ella editado por la Fundació Catalunya La Pedrera: Mark Rothko, Untitled [Sin título], 1969]
El motivo de esta entrada es promover la visita a una gran exposición que se muestra en Barcelona, se trata de "Els camins de l'abstracció 1957-1078. Diàlegs amb el Museo de Arte Abstrato Español de Conca", que se puede ver hasta el 15 de enero de 2023 en La Pedrera de Barcelona. Aprovecho estas líneas para felicitar a los organizadores de esta exposición por el excelente criterio tomado para seleccionar las obras, configurar la exposición, y mostrárnosla en la forma en que lo hacen.
Para mí, no especialmente interesado (hasta ahora) en el arte abstracto, ha sido un descubrimiento visitar esta exposición, que me ha servido para descubrir aspectos de este arte, rompedor con todo lo que había sido éste hasta entonces al igual que el período històrico del que nace, e interesarme por él y por las conexiones que cada movimiento que lo representa va teniendo con el momento que le toca vivir.
Como dicen Fontán del Junco, Sergi Plans y Marga Viza en el Capítulo titulado “Sobre esta exposición” recogido en el libro (o mejor dicho, obra colectiva) sobre dicha muestra, la exposición aborda conjuntamente la historia de arte abstracto y de las formas que adoptó en Europea y América con la de la creación de un minúsculo museo (creado por el artista Fernando Zóbel en Cuenca) en el año 1966, bajo un régimen política anómalo. Ese museo al que se puso por nombre Museo de Arte Abstracto Español, que continúa existiendo y llamándose así, contribuyó, como al efecto expresan los comentaristas citados, a que el arte abstracto pudiese cambiar al propio arte y al mundo también en nuestro país (la referencia del libro es: Los caminos de la abstracción, 1957-1978. Diálogos con el Museo de Arte Abstrato Español de Cuenca - Fundació Catalunya La Pedrera. Del 29 de septiembre de 2022 al 15 de enero de 2023].
Como interesado en las obras pictóricas y esculturas que se muestran, uno de mis mayores descubrimientos fue cuando, más allá de observador de estas obras, asumí la postura de crítico, es decir, tomé distancia con cada obra considerada como al efecto diría Steiner, pero no para verlas así individualmente sino en conjunto, ampliando el foco de los cuadros tal y como habían sido agrupados en las diferentes salas (o cabría decir, en caminos),y sentí una profunda satisfacción al detectar como podía leer el espíritu de los artistas que las habían creado respecto de su época y de sus vivencias, y como se expresaban conforme avanzaba el siglo XX, mostrando las emociones que les deparaba el contexto en el que les tocó vivir.
Al inicio de la exposición se nos recuerda con varias obras surgidas tras la Segunda Guerra Mundial, como las de los pintores europeos Wols o Dubuffet, como rompedoras ante lo que había sido el arte hasta entonces pero también contra la propia guerra, representándoseme al ver por ejemplo La table nue del segundo, de 1957 (que en mi opinión influye en la obra de Tàpies Marró i Ocre, de 1959),como la representación de una vida sobre la que viven en esos años absolutamente yerma, una base sobre la que se levanta un cementerio racional, una piedra arenisca que busca responsables ante lo sucedido pero que no asciende para tocarlos. Más colorista la de americanos como Pollock con su Painting (1948),a los que la destrucción no les afectó directamente en sus vidas ordinarias en su país, más estetizante, pero no por eso menos expresivo de una ruptura artística e histórica.
La table nue (Mesa desnuda),1957 - Jean Dubuffet
Marró i Ocre (Marrón y Ocre),1959- Antoni Tàpies
Recomiendo pararse en el bloque o camino dedicado al informalismo catalán, con obras como la ya señalada de Tàpies o de Joan Josep Tarrats À vivre, de 1960, donde lo primero que pensé en verla fue que España tan desesperante representaba, tan gris, o mejor dicho, tan negra en la mente del artista.
À vivre (A vivir),1960 - Joan Josep Tharrats
Siguiendo la evolución de la exposición, aparece la sala dedicada a El Paso (1957),o mejor dicho, al Movimiento El Paso),que con el grupo de personas con el que visitaba la exposición debatimos sobre su referencia al hecho de que aquellos que en 1936 no iban a pasar, finalmente pasaron. Salen a traslucir el trauma existencia de esos artistas y de gran parte de las personas que vivieron en ese régimen, especialmente en esos años.
Impresiona por si misma, pero también por el lugar preminente que ocupa en la sala la obra de Saura: Brigittes Bardot, 1969, a la que viéndola me acuerdo de algunos lienzos de uno de mis pintores favoritos, Goya.
Brigitte Bardot, 1959 - Antonio Saura
En todo caso, en esta sección me quedo absorto ante la obra de Miralles, Cuadro núm. 2, de 1957 (que he utilizado para que presida la sección "Notas de la semana e imagen del mes" de este Diario digital en este mes de noviembre),en el que veo un cuerpo herido, recosido sin orden, cicatrizado con piel abierta aún, parcheado con lo sea espiritual o no para sobrevivir. Por primera vez, al ver un cuadro abstracto, se me revela el expresionismo pictórico de este movimiento, el transfondo vivencial del autor al manifestarse así y también la incomprensión (y hasta diré la chanza),de aquellos que, en aquella época podían ver el cuadro, tal vez los culpables del desgarro del artista y de todo un pais, y no entender nada. De hecho, me pregunto que los responsables de la ruptura en el alma de tantos que supuso aquella época, con nombres y apellidos, no sabian lo que tenían delante. Era imposible que lo comprendiesen. Arte degenerado, dirian. En mi caso, creo haberlo comprendido y hasta vivido. Hoy también hay motivos para sentir quebrantos interiormente los quebrantos sociales que siguen mostrándose como un ródillo, que abocan a la opresión de tantos en forma de pobreza o falta de Derechos laborales, que es el objeto de mi profesión.
Posterormente, accedo a la sala dedicada a L’ombra de la materia (la sombra de la materia),como la de Guinovat: Les Rodes (Las Ruedas),1964, que muestra un mundo en blanco y marrones aplicado a la madera, en la que aún no aparece la influencia del POP y sus colores, o la pintura de Francisco Farreras: Número 183, 1962, donde pienso en lo revolucionario de estos artistas en aquellos años, creando un punto de inflexión en el arte con imágenes caoticas y desde luego telúricas.
Número 183, 1962 - Francisco Farreras
La cultura POP, sobre todo derivada de nuevas fases en la Guerra Fría y la homogenización americana en la Europea Occidental, se dejan notar a mi modo de ver en la siguiente parada del camino de la exposición, A la llum del color (A la luz del color),con las obras de coloristas de Williiam de Kooning, por ejemplo Untitled XIX (Sin título XIX),1976, o de Zöbel: Jardín Seco, 1969, ,El río, 1976, que sin utilizar la técnica del primero muesrtran una profunda variedad de luces.
Jardín seco, 1969 - Fernando Zöbel
Así seguimos ante las últimas salas de una exposición ciertamente grande y que merece una doble visita, dedicada a la Abstraccción geométrica u colorada, la óptica-cinética, Centros de cálculo y Campos de color, para finalizar, como última pintura con la de Rothko: Núm. 5, Untitled, 1964. El cierre de la exposición con esta pintura me hace asomar a lo desconocido, al precipicio que creo ver que se acerca el pintor para dejarse caer.
Nº. 5 [Untitled] - Nº. 5 [Sin título], 1964 - Mark Rothko.
Esta entrada no la finalizo el 11 de noviembre. Seguiré escribiendo pareceres que me vengan a la memoria y también, comentarios que pueda encontrar en el libro de la exposición que he referido al inicio de este texto. De hecho, antes de acabar, quisiera mencionar que vale la pena este libro en forma de obra colectiva, ya que además de mostrar las pinturas y esculturas que se exponen, incluye artículos valiosísimos de Martia Dolores Jiménez Blanco, Ramon González Férriz, Santos Julià y María Bolaños.
Para mí, no especialmente interesado (hasta ahora) en el arte abstracto, ha sido un descubrimiento visitar esta exposición, que me ha servido para descubrir aspectos de este arte, rompedor con todo lo que había sido éste hasta entonces al igual que el período històrico del que nace, e interesarme por él y por las conexiones que cada movimiento que lo representa va teniendo con el momento que le toca vivir.
Como dicen Fontán del Junco, Sergi Plans y Marga Viza en el Capítulo titulado “Sobre esta exposición” recogido en el libro (o mejor dicho, obra colectiva) sobre dicha muestra, la exposición aborda conjuntamente la historia de arte abstracto y de las formas que adoptó en Europea y América con la de la creación de un minúsculo museo (creado por el artista Fernando Zóbel en Cuenca) en el año 1966, bajo un régimen política anómalo. Ese museo al que se puso por nombre Museo de Arte Abstracto Español, que continúa existiendo y llamándose así, contribuyó, como al efecto expresan los comentaristas citados, a que el arte abstracto pudiese cambiar al propio arte y al mundo también en nuestro país (la referencia del libro es: Los caminos de la abstracción, 1957-1978. Diálogos con el Museo de Arte Abstrato Español de Cuenca - Fundació Catalunya La Pedrera. Del 29 de septiembre de 2022 al 15 de enero de 2023].
Como interesado en las obras pictóricas y esculturas que se muestran, uno de mis mayores descubrimientos fue cuando, más allá de observador de estas obras, asumí la postura de crítico, es decir, tomé distancia con cada obra considerada como al efecto diría Steiner, pero no para verlas así individualmente sino en conjunto, ampliando el foco de los cuadros tal y como habían sido agrupados en las diferentes salas (o cabría decir, en caminos),y sentí una profunda satisfacción al detectar como podía leer el espíritu de los artistas que las habían creado respecto de su época y de sus vivencias, y como se expresaban conforme avanzaba el siglo XX, mostrando las emociones que les deparaba el contexto en el que les tocó vivir.
Al inicio de la exposición se nos recuerda con varias obras surgidas tras la Segunda Guerra Mundial, como las de los pintores europeos Wols o Dubuffet, como rompedoras ante lo que había sido el arte hasta entonces pero también contra la propia guerra, representándoseme al ver por ejemplo La table nue del segundo, de 1957 (que en mi opinión influye en la obra de Tàpies Marró i Ocre, de 1959),como la representación de una vida sobre la que viven en esos años absolutamente yerma, una base sobre la que se levanta un cementerio racional, una piedra arenisca que busca responsables ante lo sucedido pero que no asciende para tocarlos. Más colorista la de americanos como Pollock con su Painting (1948),a los que la destrucción no les afectó directamente en sus vidas ordinarias en su país, más estetizante, pero no por eso menos expresivo de una ruptura artística e histórica.
La table nue (Mesa desnuda),1957 - Jean Dubuffet
Marró i Ocre (Marrón y Ocre),1959- Antoni Tàpies
Recomiendo pararse en el bloque o camino dedicado al informalismo catalán, con obras como la ya señalada de Tàpies o de Joan Josep Tarrats À vivre, de 1960, donde lo primero que pensé en verla fue que España tan desesperante representaba, tan gris, o mejor dicho, tan negra en la mente del artista.
À vivre (A vivir),1960 - Joan Josep Tharrats
Siguiendo la evolución de la exposición, aparece la sala dedicada a El Paso (1957),o mejor dicho, al Movimiento El Paso),que con el grupo de personas con el que visitaba la exposición debatimos sobre su referencia al hecho de que aquellos que en 1936 no iban a pasar, finalmente pasaron. Salen a traslucir el trauma existencia de esos artistas y de gran parte de las personas que vivieron en ese régimen, especialmente en esos años.
Impresiona por si misma, pero también por el lugar preminente que ocupa en la sala la obra de Saura: Brigittes Bardot, 1969, a la que viéndola me acuerdo de algunos lienzos de uno de mis pintores favoritos, Goya.
Brigitte Bardot, 1959 - Antonio Saura
En todo caso, en esta sección me quedo absorto ante la obra de Miralles, Cuadro núm. 2, de 1957 (que he utilizado para que presida la sección "Notas de la semana e imagen del mes" de este Diario digital en este mes de noviembre),en el que veo un cuerpo herido, recosido sin orden, cicatrizado con piel abierta aún, parcheado con lo sea espiritual o no para sobrevivir. Por primera vez, al ver un cuadro abstracto, se me revela el expresionismo pictórico de este movimiento, el transfondo vivencial del autor al manifestarse así y también la incomprensión (y hasta diré la chanza),de aquellos que, en aquella época podían ver el cuadro, tal vez los culpables del desgarro del artista y de todo un pais, y no entender nada. De hecho, me pregunto que los responsables de la ruptura en el alma de tantos que supuso aquella época, con nombres y apellidos, no sabian lo que tenían delante. Era imposible que lo comprendiesen. Arte degenerado, dirian. En mi caso, creo haberlo comprendido y hasta vivido. Hoy también hay motivos para sentir quebrantos interiormente los quebrantos sociales que siguen mostrándose como un ródillo, que abocan a la opresión de tantos en forma de pobreza o falta de Derechos laborales, que es el objeto de mi profesión.
Posterormente, accedo a la sala dedicada a L’ombra de la materia (la sombra de la materia),como la de Guinovat: Les Rodes (Las Ruedas),1964, que muestra un mundo en blanco y marrones aplicado a la madera, en la que aún no aparece la influencia del POP y sus colores, o la pintura de Francisco Farreras: Número 183, 1962, donde pienso en lo revolucionario de estos artistas en aquellos años, creando un punto de inflexión en el arte con imágenes caoticas y desde luego telúricas.
Número 183, 1962 - Francisco Farreras
La cultura POP, sobre todo derivada de nuevas fases en la Guerra Fría y la homogenización americana en la Europea Occidental, se dejan notar a mi modo de ver en la siguiente parada del camino de la exposición, A la llum del color (A la luz del color),con las obras de coloristas de Williiam de Kooning, por ejemplo Untitled XIX (Sin título XIX),1976, o de Zöbel: Jardín Seco, 1969, ,El río, 1976, que sin utilizar la técnica del primero muesrtran una profunda variedad de luces.
Jardín seco, 1969 - Fernando Zöbel
Así seguimos ante las últimas salas de una exposición ciertamente grande y que merece una doble visita, dedicada a la Abstraccción geométrica u colorada, la óptica-cinética, Centros de cálculo y Campos de color, para finalizar, como última pintura con la de Rothko: Núm. 5, Untitled, 1964. El cierre de la exposición con esta pintura me hace asomar a lo desconocido, al precipicio que creo ver que se acerca el pintor para dejarse caer.
Nº. 5 [Untitled] - Nº. 5 [Sin título], 1964 - Mark Rothko.
Esta entrada no la finalizo el 11 de noviembre. Seguiré escribiendo pareceres que me vengan a la memoria y también, comentarios que pueda encontrar en el libro de la exposición que he referido al inicio de este texto. De hecho, antes de acabar, quisiera mencionar que vale la pena este libro en forma de obra colectiva, ya que además de mostrar las pinturas y esculturas que se exponen, incluye artículos valiosísimos de Martia Dolores Jiménez Blanco, Ramon González Férriz, Santos Julià y María Bolaños.